Innovacion, desarrollo e investigacion
Ya no se trata de entender la innovación como esa visión puramente técnica que manteníamos casi intacta desde la Revolución Industrial y que condenaba a encapsular la impronta innovadora de las empresas, prácticamente de manera exclusiva, en sus departamentos de investigación y desarrollo. Ahora el reto es innovar para crear valor haciendo las cosas de forma diferente e, incluso, haciendo cosas radicalmente nuevas. Aun así, no existe un consenso universal sobre lo que se entiende por innovación, pero el concepto de innovar podría aproximarse a que innovar es convertir ideas e inventos en productos, procesos o servicios nuevos o mejorados, con aceptación en el mercado y aplicación en la sociedad. Según algunos expertos del FTF, también debe ser considerada una inversión viable, a través de un ROI (retorno de la inversión) aceptable por la compañía que implementa la innovación, y que otorgue ventajas competitivas. Se trata de un hecho fundamentalmente económico, que incrementa la capacidad de creación de riqueza de la empresa
Esta definición debe ser entendida en un sentido amplio, puesto que cubre todo el espectro de actividades de la empresa que presuponen un cambio sustancial en su forma de hacer, tanto en lo que se refiere a los productos y servicios que ofrece como en lo que respecta a las formas de producción, comercialización u organización. La innovación tiene por objetivo la búsqueda sistemática de oportunidades para crear nuevos productos y servicios o mejorar los procesos, de modo que se aporte valor a los accionistas, a los clientes y a la propia empresa. No consiste solamente en llevar adelante una serie de proyectos novedosos de forma aislada, sino que la innovación también debería ser un proceso de negocio, directa mente ligado a la estrategia de la empresa y a su competitividad futura, con un marcado carácter multidisciplinar en el que intervengan no sólo aspectos ligados al producto o al proceso, sino también los organizativos y de márketing (Manual de Oslo1).
El interés por las marcas como indicador para describir la actividad tecnológica de las organizaciones es muy reciente. La utilidad, estudio y comprensión metodológica para su uso todavía es muy escasa. Por ello, se propone el empleo de la información sobre marcas como indicador de innovación tecnológica. Para esto, se realizó una comparación con indicadores de otros derechos de propiedad industrial como las patentes, se determinaron las ventajas, desventajas y se revisaron críticamente ciertos indicadores, identificados a partir de la exploración empírica de datos de la Comunidad Europea disponibles en la literatura. Como resultado, se logró determinar que, a pesar de que las marcas no tienen el propósito de proteger soluciones técnicas, muchas empresas las utilizan para identificar productos y servicios innovadores que por diversas razones no siempre se protegen mediante patentes. Las marcas pueden constituir un indicador complementario para describir la actividad innovadora de una organización, país o región.(2)
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